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La alimentación como forma de exclusión social

La alimentación como forma de exclusión social

Paula Ruiz González

En estas semanas todos hemos leído u oído hablar sobre las palabras de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en defensa a los menús escolares distribuidos por empresas de comida rápida. Pero ahora bien ¿cómo surgió esta propuesta? ¿Dónde nace la iniciativa?

Para ello, nos tenemos que remontar a la suspensión temporal de la actividad educativa y que dejo a miles de niños en España sin comedor escolar y por tanto, sin una comida mínima al día. La comunidad de Madrid para solventar esto, llego a un acuerdo con varias cadenas e iniciaron un contrato por el que se distribuiría un plato junto a un acompañamiento y el postre a los menores que contaban con la beca comedor (hace falta ser receptores de la Renta Mínima de Inserción) y por tanto, en situación de vulnerabilidad social.

Pero, ¿qué contienen estos menús? Pues la comida distribuida se centra en alimentos como las croquetas, pizzas o bocadillos.

De hecho la marca aseguraba que el menú contemplaba menos de 720 kcal que es lo que se considera dentro de una dieta equilibrada. Es de matizar que además de contener esos niveles de calorías se debe reflexionar sobre que nutrientes y en qué medida (azúcares, proteínas, grasas saturadas…) contienen dichos alimentos, pues al final es lo que lo convierte en una dieta saludable. Esto concierne a nutricionistas cualificados y sería interesante verlo pero voy a la parte central de la cuestión: entonces, si se están distribuyendo estos menús gratis, garantizando al menos esa comida al día, ¿por qué tanto revuelo?

El 29 de abril Isabel Díaz Ayuso comparecía en una de las asambleas de la Comunidad de Madrid, defiendo la colaboración con estas marcas ya que no veía ningún problema en consumir pizza a diario, asegurando que el 100% de los niños les gusta.

¿Pero qué esconde esto?
1. Se ha optado por colaborar con multinacionales que obtienen grandes beneficios económicos, creando un pacto neoliberalista, priorizando las grandes empresas.
2. Ha dejado olvidados a los catering y cooperativas que se encargaban de esta gestión, rompiendo esos contratos, pudiendo haber sido una buena alternativa para ofrecer una dieta equilibrada.
3. De nuevo, estamos ante una fuerte desigualdad derivada del nivel económico familiar. Aumenta la brecha entre los que tienen y los que no, atentando contra la salud. Se ha creado un mecanismo nuevo de exclusión social, incentivada por acciones premeditadas y sin consenso político.
4. El gobierno paga cinco euros por cada menú a las empresas, creando un interés meramente económico y no social, como han intentado hacer ver dichas cadenas. Si hacemos los cálculos, teniendo en cuenta los casi dos meses de confinamiento que llevamos y las 11.500 familias que van a disponer de esta ayuda y las condiciones laborales de los trabajadores tenemos claros ganadores de esta propuesta política.

Todas las críticas recibidas no han sido mero capricho de las organizaciones que han decidido denunciar esto, como Save the Children, sino de estudios realizados como el informe elaborado por el FAPA (Federación Regional de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado) o los testimonios narrados como el Mihaela Aldei que aseguran problemas de salud derivados de estos menús tras 45 días.

Casi dos meses después, el 7 de mayo, se decidió rescindir este contrato debido a las presiones del gobierno central y de diversas entidades que como ya he dicho, han denunciado esta colaboración.

Este hecho no deja más que ver los niveles de pobreza alimentaria existentes en nuestro país vinculado a la falta de educación nutricional y que desemboca en recurrir a este tipo de alimentos (bollería industrial, comida rápida, productos ultraprocesados…) sin reflexionar las consecuencias en nuestra salud. Esto ataca a las personas situadas en riesgo de exclusión social con mayor énfasis, provocando una nueva brecha.
Por último, me gustaría recalcar otras alternativas posibles como es el apoyo a los bancos de alimentos, que como en el caso de Culturas Unidas, ha ayudado a decenas de familias a tener legumbres, fruta y verdura en su despensa. Una opción más sana y que proporciona respaldo ante esta grave crisis económica y sanitaria que estamos viviendo.

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