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Racismo, precariedad y esperanza: el testimonio de una mujer migrante

Rosa-Judith llegó a España desde Ecuador, con sentimientos de inseguridad, ya que emigró sin papeles y sin saber cuándo podría reencontrarse con su familia. La separación fue dolorosa y, una vez reunida con su esposo, la vida familiar continuó siendo limitada: trabajaban en turnos distintos y apenas se veían.

En su país, Rosa-Judith contaba con estudios de bachillerato y experiencia en la industria química, pero en España se vio obligada a aceptar trabajos de baja cualificación, como el cuidado de una mujer mayor, mal remunerado y sin reconocimiento profesional. A pesar de su preparación, encontró muchas trabas para homologar sus estudios, lo que le cerró muchas puertas laborales.

También tuvo que enfrentarse a problemas derivados de las diferencias lingüísticas entre el español peninsular y el ecuatoriano, que dificultaban la comunicación y aumentaban su sensación de aislamiento. A esto se sumó el racismo estructural: en una comunidad en la que trabajó fue despedida por el simple hecho de ser extranjera y mujer, y en el sistema sanitario sentía que la trataban con desconfianza, como si se quejara sin motivo.

Su testimonio refleja con crudeza los estigmas y obstáculos que enfrentan muchas personas migrantes, quienes, a pesar de su formación y capacidades, deben hacer frente a prejuicios, discriminación y precariedad laboral en su búsqueda de una vida digna.

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No te pierdas su testimonio.

Rosa-Judith también ha sufrido discriminación: fue despedida de una comunidad donde trabajaba por el hecho de ser extranjera y mujer. El racismo está presente en muchos ámbitos, incluso en la sanidad, donde siente que la tratan con desconfianza, como si exagerara sus dolencias.

A pesar de todo, mira al futuro con esperanza y desea alcanzar seguridad, estabilidad y tranquilidad. Cuando le preguntan por otros migrantes que no llegan a tener su misma trayectoria y acaban en situaciones de marginación o delito, señala que muchos llegan con miedo, sin trabajo ni recursos, sin preparación y abandonados socialmente, lo que los empuja a situaciones desesperadas. Su testimonio es un reflejo de las múltiples barreras que enfrentan las personas migrantes y la necesidad de una sociedad más justa e inclusiva.

1. Inseguridad y desarraigo emocional: Muchas personas migrantes llegan sin papeles, separadas de sus familias y sin saber cuándo volverán a reunirse, lo que genera un fuerte impacto emocional y una constante sensación de inseguridad.
2. Desaprovechamiento del talento: Aunque poseen formación académica y experiencia profesional, se enfrentan a múltiples trabas para homologar sus títulos, lo que las obliga a aceptar empleos mal pagados y sin reconocimiento.
3. Discriminación y racismo: Son objeto de prejuicios por su origen y género, lo que se traduce en despidos injustificados, trato desigual en servicios básicos como la sanidad, y exclusión social.
4. Barrera cultural y lingüística: A pesar de hablar español, las diferencias idiomáticas entre regiones generan incomprensión y dificultan su integración social y laboral.
5. Falta de apoyo y abandono social: Muchos migrantes carecen de una red de apoyo al llegar, lo que, sumado a la falta de oportunidades y preparación, los expone a situaciones de vulnerabilidad que pueden derivar en exclusión o conductas de riesgo.

A pesar de los obstáculos, Rosa-Judith mantiene la esperanza de alcanzar seguridad y estabilidad. Al reflexionar sobre la situación de otros migrantes, destaca que muchos llegan sin recursos ni preparación, lo que los empuja a situaciones de vulnerabilidad y marginalización. Su testimonio refleja las barreras que enfrentan los migrantes y la necesidad urgente de una sociedad más inclusiva y justa.

“Aquí hay mucho racismo, ven que eres latina y te insultan. Yo  con esas cosas lloraba la primera vez, la segunda vez dije; no más. De alguna forma, España tiene cosas bonitas, aquí te protegen, tienes mecanismos para denunciar.”